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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS BENEFACTORES DE LA GUARDIA SUIZA PONTIFICIA

Sala del Consistorio
Lunes, 25 de septiembre de 2017

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Queridos hermanos y hermanas:

Estoy feliz de acoger y saludar a cada uno de vosotros, miembros de las dos Fundaciones suizas para ofrecer apoyo económico, material y técnico a la Guardia Suiza Pontificia. Saludo a los respectivos presidentes, Jean Pierre Roth y Pascal Couchepin y les agradezco por sus expresiones corteses. Estáis aquí con ocasión de la inauguración oficial de la nueva sede de la Central operativa, a cuya realización habéis contribuido generosamente. Os estoy agradecido por esta visita, que tiene lugar en el día en el que celebráis vuestro patrón, San Nicolás de Flüe, del que se cumple el sexto centenario de su nacimiento. Al mismo tiempo, deseo manifestaros mi reconocimiento por vuestra diligencia con el benemérito Cuerpo de la Guardia Suiza y por la provechosa cooperación instaurada con su Comando y con las competentes autoridades vaticanas.

En el desarrollo de vuestra actividad, expresáis el espíritu comunitario y solidario —al que ha hecho referencia el presidente Couchepin— , típico de la presencia de católicos en la sociedad. Esta disposición tiene sus raíces en el reclamo evangélico del amor al prójimo (cf Mc 12, 31) y favorece la superación de diferencias y de tensiones sociales entre diversos grupos. Por lo tanto, mediante vuestra obra vosotros atestiguáis concretamente los ideales evangélicos y, en el tejido social suizo, sois ejemplo de fraternidad y de compartir. El amor al prójimo corresponde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda sobre un verdadero amor hacia Dios. Es así posible para el cristiano, a través de su dedicación, que haga experimentar a los demás la ternura procedente del Padre celestial. Para dar amor a los hermanos, hace falta, en cambio, sacarlo del horno de la caridad divina, mediante la oración, la escucha de la Palabra de Dios y el sustento de la santa Eucaristía. Con estas referencias espirituales, es posible obrar en la lógica de la gratuidad y del servicio. Os agradezco de nuevo por todo lo que hacéis en favor de tantos jóvenes suizos, que deciden pasar algunos años de su vida al servicio de la Iglesia y de la Santa Sede. Esta ocasión es propicia para reafirmar que su presencia discreta, profesional y generosa es tan apreciada y útil para en buen funcionamiento de las actividades del Vaticano. Que la Virgen Santa y San Nicolás de Flüe os protejan y a vuestras familias e os hagan cada vez más testigos de fe y de bondad.

Para vosotros aquí presentes y para cuantos sustentan vuestra encomiable actividad de soporte de la Guarda suiza pontificia, formulo el deseo de seguir con alegría vuestro fértil empeño; y, mientras os pido por favor rezar por mí, con afecto os imparto la Bendición Apostólica.

 



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