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DESDE LA CAPILLA DE LA CASA SANTA MARTA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

"Cristo forma el corazón de los pastores a la cercanía con el pueblo de Dios"

Viernes, 24 de abril de 2020

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Introducción

Oremos hoy por los profesores que tienen que trabajar mucho para dar las clases por internet y otros medios de comunicación y oremos también por los estudiantes que tienen que hacer los exámenes de una manera que no están acostumbrados. Acompañémoslos con la oración

Homilía

La frase de este pasaje del Evangelio nos hace pensar: «Se lo decía para probarle, porque él ya sabía lo que iba a hacer» (Jn 6,6). Esto es lo que Jesús tenía en mente cuando le preguntó a Felipe: «¿Dónde nos procuraremos panes para que coman éstos?» (Jn 6,5). Pero lo decía para ponerlo a prueba. Él lo sabía. Aquí se puede ver la actitud de Jesús con los apóstoles. Continuamente los ponía a prueba para enseñarles, y cuando estaban fuera de la función que tenían que hacer, los paraba y les enseñaba.

El Evangelio está lleno de estos gestos de Jesús para hacer crecer a sus discípulos y convertirlos en pastores del pueblo de Dios, en este caso obispos, pastores del pueblo de Dios. Y una de las cosas que Jesús más amaba era estar con la multitud porque esto también es un símbolo de la universalidad de la redención. Y una de las cosas que menos les gustaba a los apóstoles era la multitud, porque les gustaba estar cerca del Señor, sentir al Señor, escuchar todo lo que el Señor decía. Ese día fueron allí para tener un día de descanso —dicen las otras versiones en los otros Evangelios, porque los cuatro hablan de ello ... tal vez hubo dos multiplicaciones de panes— venían de una misión y el Señor dijo: “Vamos a ir a descansar un poco” (cf. Mc 6,31) y fueron allí. La gente se dio cuenta hacia dónde iban por el mar, siguieron por la orilla y los esperaron allí... Y los discípulos no estaban contentos porque la gente les había fastidiado la “pasquetta”, no podían hacer esta fiesta con el Señor. A pesar de esto, Jesús comenzó a enseñar, ellos escuchaban, luego hablaban entre ellos y las horas pasaban, horas y horas, Jesús hablaba y la gente era feliz. Y ellos decían: “...nuestra fiesta se ha malogrado, nuestro descanso se ha malogrado”.

Pero el Señor buscaba la cercanía con la gente y buscaba formar los corazones de los pastores a la cercanía con el pueblo de Dios para servirles. Y ellos, esto podemos entenderlo, se sienten elegidos, se sentían un poco como un círculo privilegiado, una clase privilegiada, “una aristocracia”, por así decirlo, cercanos al Señor, y muchas veces el Señor los corregía. Por ejemplo, pensemos con los niños. Ellos cuidaban al Señor: “No, no, no, no acerquen a los niños que molestan, molestan... No, los niños con sus padres”. ¿Y Jesús? “Que vengan los niños” (cf. Mc 10,13-16). Y no lo entendían. Después lo entendieron. Pienso también en el camino a Jericó, aquel que gritaba: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí» (Lc 18,38). Y estos: “Pero cállate, cállate que pasa el Señor, no lo molestes”. Y Jesús dice: “¿Quién es ese? Que venga” (cf. Lc 18, 35-43). Otra vez el Señor [los corrige]. Y así les enseñaba la cercanía al pueblo de Dios.

Es cierto que el pueblo de Dios cansa al pastor, cansa: cuando hay un buen pastor las cosas se multiplican, porque la gente siempre va al buen pastor por una razón o por otra. Una vez, un gran párroco de un barrio sencillo y humilde de mi diócesis, tenía la rectoría como una casa normal, como las otras, y la gente llamaba a la puerta o a la ventana, a cualquier hora... y una vez me dijo: “Me gustaría cerrar a cal y canto la puerta y la ventana para que me dejen descansar”. Pero se daba cuenta de que era un pastor y tenía que estar con la gente. Y Jesús forma, enseña a los discípulos, a los apóstoles, esta actitud pastoral que es la cercanía al pueblo de Dios. Y el pueblo de Dios cansa, porque siempre nos pide cosas concretas; siempre te pide algo concreto, quizás equivocado pero te pide cosas concretas. Y el pastor debe ocuparse de estas cosas.

Las versiones de los otros evangelistas de ese episodio muestran que las horas han pasado y la gente tiene que irse porque estaba oscureciendo... y dicen: “Despide a la gente para que se pueda ir a comprar algo de comer”, justo en el momento de la oscuridad, cuando estaba oscureciendo... (cf. Lc 9,12-13). ¿Pero qué tenían en mente? ...Al menos hacer una pequeña fiesta entre ellos, ese egoísmo no malo, se entiende, para estar con el pastor, para estar con Jesús que es el gran pastor, y Jesús responde, para ponerlos a prueba: “Dadles vosotros de comer” (cf. v. 13). Y esto es lo que Jesús dice hoy a todos los pastores: “Dadles vosotros de comer”. “¿Están angustiados? Dadles vosotros consolación. ¿Están perdidos? Dadles vosotros una salida. ¿Están equivocados? Dadles vosotros ayuda para que resuelvan sus problemas... Dadles vosotros, dadles vosotros...”. Y el pobre apóstol siente que debe dar, dar, dar..., pero ¿de quién recibe? Jesús nos enseña: del mismo del que recibía Jesús. Después de esto, se despide de los apóstoles y va a rezar: del Padre, de la oración. Esta doble cercanía del pastor es la que Jesús trata que entiendan los apóstoles para que se conviertan en grandes pastores.

Pero muchas veces la multitud se equivoca, y aquí se ha equivocado, ¿no?. «Al ver la gente el signo que había realizado, comentaba: “Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo”. Sabiendo Jesús que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, se retiró de nuevo» (Jn 6,14-15). Tal vez, pero el Evangelio no lo dice, alguno de los apóstoles le habrá dicho: “Pero Señor, aprovechemos esto y tomemos el poder”. Otra tentación. Y Jesús les muestra que ese no es el camino. El poder del pastor es el servicio, no tiene otro poder, y cuando se equivoca tomando otro poder echar a perder su vocación y se convierte, no sé, en gerente de “empresas pastorales”, pero no en pastor. La estructura no hace la pastoral: el corazón del pastor es lo que hace la pastoral. Y el corazón de pastor es lo que Jesús nos está enseñando ahora.

Pidamos hoy al Señor por los pastores de la Iglesia para que el Señor les hable siempre, porque los ama mucho: nos hable siempre, nos diga cómo son las cosas, nos explique y sobre todo nos enseñe a no temer al pueblo de Dios, a no tener miedo de estar cerca de él.

Oración para recibir la Comunión espiritual

Las personas que no pueden recibir la comunión hacen ahora la comunión espiritual.

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si te hubiese recibido, me abrazo y me uno todo a ti. No permitas que jamás me aparte de ti.

 



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